jueves, 18 de marzo de 2010

La cita


La primera vez que nos vimos, pensé que ni loca se vendría conmigo.
















No sabía muy bien cómo comportarme con ella, suelo ser brusco, ellas salen espantadas y las frases más finas me suenan cursis, así emergió mi lado tonto.


Me parecía suculenta, tanto como las pecas que escalan su nariz, y cuando quise darme cuenta se lo había dicho; le dije que si todo su cuerpo fuera como ese promontorio de delicioso yo nunca me cansaría de comérmelo.


Para mi sorpresa ella rompió a reír, metió con una mirada traviesa un dedo en la copa de vino y dejó caer una gota en la punta de su lengua. A continuación repitió la escena lentamente y ésta vez dejó resbalar la gota por su nariz, mordiéndose los labios la acercó a mi boca.

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