La primera vez que nos vimos, pensé que ni loca se vendría conmigo.
No sabía muy bien cómo comportarme con ella, suelo ser brusco, ellas salen espantadas y las frases más finas me suenan cursis, así emergió mi lado tonto.
Me parecía suculenta, tanto como las pecas que escalan su nariz, y cuando quise darme cuenta se lo había dicho; le dije que si todo su cuerpo fuera como ese promontorio de delicioso yo nunca me cansaría de comérmelo.
Para mi sorpresa ella rompió a reír, metió con una mirada traviesa un dedo en la copa de vino y dejó caer una gota en la punta de su lengua. A continuación repitió la escena lentamente y ésta vez dejó resbalar la gota por su nariz, mordiéndose los labios la acercó a mi boca.
LAS PECAS Y LAS PELIRROJAS ME PERTURBAN...¡LAUREN BACALL!
ResponderEliminar..muy bueno tu cuento..
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